Vivir la vida, eso no tiene precio.
Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera.
Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien
no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien
no conozca la muerte no sentirá amor por la vida. Los etéreos pierden la
capacidad de sentir, de emocionarse. Eso es lo que nos hace amar la
vida. Los etéreos buscan una existencia sin límites y, al mismo tiempo,
renuncian a las cosas que valen la pena. Serán eternos, sí. Pero estarán
eternamente vacíos. Tú lo sabes. Presumes de no sentir necesidades
corporales, pero me has robado un beso. Sólo para tratar de recordar qué
se sentía al besar a una mujer.