1.05.2012


"Pesaroso, recupero imágenes en mi cabeza y las hago concordar, y realmente no sé si quiero hacerlo...ya vuelve a mí tu mirada....

Es como sumergirse en un océano, al principio turbio, y de pronto tan diáfano. Para volver a observar como baila tu pelo entre el viento hace falta una fuerza de la que carezco. Entonces aparece; de nuevo esa sonrisa que me hacía estremecer, como la de una niña traviesa, que sabes que trama algo pero hace rato que comprendiste: “no voy a poder impedírselo”.

Es la misma con la que siempre obtienes cuanto quieres, por la que se voltea el transeúnte o consigues gratis la copa; y con ella me pierdo en un entramado de caracteres del que no lograré escapar. Es tu naturaleza, que pretendo camuflar con falsos defectos. Como maldecir tu incompetencia para comer helado sin mancharte, o tu condenada manía de confiar en todo el mundo.

Recordar tu diplomacia con la que arreglabas todos los conflictos, la incapacidad para discutir con nadie. Las lágrimas por pequeñeces, las carcajadas por más grandes simplezas. Una noche en Julio en la que te detienes, repetidamente, para oler “el verano”; y de nuevo nos haces llegar tarde. Pero todo vuelve a convertirse en la paz que transmites cuando me redimo del mundo en tus brazos.

Es el pétalo de cada flor, que arrancaste para inhalar, lo que aparece al fondo de este océano en el que nos embarcamos juntos; en el que zozobro. Es el momento en que te cambié por ella el mismo en que hundí mi barco, y viajo a la deriva desde que pretendo encontrar en su persona tu paciencia, tu libertad, tu optimismo, tu honestidad…trágicamente, hizo falta que sonrieses a otro para darme cuenta."


¿Cuántas veces has perdido el tren?

No hay comentarios:

Publicar un comentario